Profesor Tenebro
Profesor Tenebro fue uno de aquellos personajes que asomaron a la revista Tio Vivo cuando un grupo de dibujantes abandonó la férula de editorial Bruguera para crear su propia revista y editorial (Der). Buscaban, aparte de una mayor libertad creativa y de las otras, hacer un «semanario de humor para mayores» tal como rezaba su cabecera.
Los valientes guerrilleros duraron poco en su aventura y tras un año de lucha en un mercado imposible por mediatizado, regresaron a Bruguera pasando su semanario a engrosar la nómina de cabeceras de la editorial Barcelonesa. Cinco fueron los osados: Cifré, Conti, Eugenio Giner, Peñarroya y Escobar. Aquí, este último, don Josep Escobar, creó esta deliciosa serie macabra en formato chiste que, junto a otras de compañeros, cerraban la revista a tres tintas. Celebrado colofón acompañado por, recordemos, la fea Rosalía del genial Cifré, un imprescindible Caco Bonifacio de Enrich y una flor mayúscula de invernadero que fue Fortunato y su Perro de, imposible el adjetivo, Conti (que procuraremos asomar al blog imperativamente)
Profesor Tenebro, así, nace en 1957 dentro de esa magnífica contraportada de la que hablábamos y, más tarde, tras la adquisición del Tio Vivo por Bruguera, asomará de cuando en cuando en su penúltima página, esta vez en blanco y negro.
El costumbrismo Escobariano está presente en este profesor vestido de luto con una eterna araña colgando de sus cabellos y esa su chistera desvencijada de enterrador. Y, al contrario que ese otro gran fabricante de lo monstruoso que fue Alfons Figueras, su humor no está basado en la referencia erudita del terror, sino en la menesterosa vida de su tiempo, en la miseria de sus deambulantes, en la necesidad de ir a comprar a la tienda el mismo horror, aquí chapucero y de baratillo, del burgués que no llega a fin de mes.
El Profesor Tenebro era eso, un profesor que enseñaba a morir de forma económica, sin invocar un más allá que estaba acá, en el pequeño horror menestral de cada día. Fue el terror de la miseria, véanse esas tiendas-tenderos de barrio desconchado. O esos otros, los que se topaban con Tenebro, resignados seres que miraban con aire de ausencia. En fin, la maldad en el subdesarrollo, en el barrio mísero como lugar de operaciones de este malvado autodidacta que no invoca lo sobrenatural porque el delirio, lo obsceno, esta en la calle y en la miseria.
Terror, pues, el de Escobar, presente. Aprendido en el doctorado de los días que no son el mito.
Para saber todo lo que debe saber sobre este extraordinario historietista es imprescindible el libro de Antoni Guiral y Joan Manuel Soldevilla «El Mundo de Escobar» (Ediciones B). Un concienzudo y ejemplar estudio sobre la esforzada vida y obra de este polifacético artista.
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¡Estoy impaciente por ver las de Conti!
…su paciencia se vará colmada, monsieur Gabriel…
¡Ojalá saliera un recopilatorio con todas las estampas de este personaje!
…no caerá esa breva…
Maravillosas viñetas.
De nuevo se impone una reflexión sobre las dificultades que encontraban y encuentran los dibujantes de tebeos, los españoles en particular y más en la oscuridad del franquismo.
Si entendemos en nuestra generación lo que es la ambición de la bicicleta como lujo último, los castigos corporales, el aceite de ricino y demás miserias cotidianas de la posguerra es gracias a Zipi y Zape.
Muy pertinente el análisis que haces del horror de estas viñetas en contraste con las de Figueras.
..beso su mano, señor predicador…
Un placer descubrir este blog.
Por si interesa…
…es bueno saber que lo de D.E.R. significaba Dibujantes Españoles Reunidos.
…mira que busqué el dato sin encontrarlo…y pensé en usted…
Pero si sabe que estoy para el uso…
El profesor Tenebro, con su garrafa encima del mostrador del colmado o del centro de específicos, me retrotrae a esas instituciones míticas de los barrios.
Los colmados han desaparecido y los centros de específicos se han sofisticado adosando parafarmacias a las farmacias que han sustituido el turno de noche por el horario insomne.
Veo que la receta médica del profesor Tenebro brilla por su ausencia, pero a juzgar por su actitud segura, no parece dudar de que será atendido. Posiblemente exhiba un billete de una peseta (VISA de papel de fumar).
¡Impagable!
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…qué mal suena eso de que esté usted para el uso !…lo busqué en su Atlas, pero como soy de ciencias, eso de buscar una palabra como D.E.R. (con esos puntos) me resultó hazaña desmesurada…y fallecí en el intento…
…¡Qué colmados aquellos!…y no le digo cuando el dueño era tuerto o aparecía entre el género como un artículo más escrutándote marmóreo…conocí a uno que era médium y miraba fijamente a los sacos de patatas…otro, vendía restos de jamón en taquitos y les llamaba «caspa de torero»…o aquel otro, que le faltaban la mitad de sus negros dientes y te sonreía continuamente…ni que decir tiene la fantástica fauna de las traperías y los libros de lance…ahora todas las tiendas parecen escusados de hospital…en fin…
>>>lo busqué en su Atlas,>>>
No, ahí no venía.
Hay decenas de datos que, al final, y por mi propia torpeza, no incluí.
Me colman de gozo los comentarios elogiosos sobre el trabajo que perpetramos el señor Guiral -un hombre sabio- y el abajo firmante. Gracias miles
He encontrado este blog por casualidad, buscando en Internet personajes de tebeo de mi infancia, y me he alegrado mucho de ver este artículo, sobre un personaje poco conocido del autor de Zipi y Zape, Carpanta, Petra, etc.
Enhorabuena y saludos desde Valencia.